Esta semana decidimos hacer un lavado de cara a un componente de la casa: el cubo de la colada. Después de años y años cumpliendo con su papel, nos fijamos en él y lo vimos muy desmejorado…

¿Cambiarlo?
¡No, mejor pintarlo!
Así que en primer lugar pensamos en los colores: el naranja es un color muy animado y da luz, y para combinarlo….un color amarillo pastel quizás….no, no, más intenso….morado? si! podría funcionar =)
Después de comprar el spray naranja nos dimos cuenta de que pintaba un color muy fuerte, por lo que decidimos que el morado sería finalmente lila, para que no resultase una combinación demasiado chillona.
Para realizar esta manualidad lo mejor era escuchar el consejo del manitas de la casa. En primer lugar, antes de pintar hay que lavar aquello con lo que queremos trabajar, para eliminar polvo y grasilla que se habrá acumulado con el tiempo y que impediría una buena adherencia de la pintura. En segundo lugar, hay que contar con que la pintura de spray hay que utilizarla en un espacio abierto para evitar respirarla, puesto que es tóxica, así que decidimos ir a un descampado o una zona apartada, amplia y con una superficie que no importase manchar (nada de pintar encima de unas plantas o hierbajos, ¡pobrecillas! y menuda chapuza….). Esperamos a tener un día sin viento, porque si no, la pintura podría acabar fácilmente en el aire y en nuestra ropa. También es conveniente utilizar guantes.

Las cintas con las esquinas redondeadas, listas para pegar
Había que pensar cómo ibamos a combinar los colores, qué pasos había que dar en cada capa de pintura. Decidimos hacerlo a rayas, siguiendo los volúmenes de la propia tapa. Así que, en primer lugar, pintaríamos con el spray lila, y posteriormente colocaríamos cinta de carrocero sobre las rayas y utilizaríamos el spray naranja. El ancho de las franjas era exactamente el mismo que el de la cinta de carrocero, sólo había que redondear las puntas. Las preparamos antes de salir de casa, y después nos metimos en el coche y pusimos rumbo a una zona abierta =)
Aunque no hacía mucho viento, soplaba una brisilla que había que tener en cuenta a la hora de colocarse para pintar, puesto que las gotitas de spray escapan con el menor movimiento de aire. Aquí tuvimos una pequeña desilusión, que fue que el lila del spray era demasiado claro, y casi no se veía =( . En algún momento insistimos demasiado con el spray y acabó ocurriendo lo que no queríamos, ¡se nos hizo un goterón! Afortunadamente fue en una zona que luego quedaría cubierta por naranja, así que lo que había que hacer era rascarla una vez se hubiese secado.

La primera capa de lila

Protegiendo las zonas que queremos que queden lila.

Rascamos con una cuchilla las gotas de exceso de pintura.

Aplicamos la capa naranja finalmente.
Entre capa y capa hay que dejar unos minutos para que se seque y endurezca un poco la pintura, pero si se consigue aplicar una capa fina, ésta seca enseguida.
Tras unos minutos después de haber aplicado la última capa, y sin quitar la cinta de carrocero, regresamos a casa y dejamos las piezas en la terraza, para que terminase de endurecer la pintura. Al cabo de unas horas, retiramos las cintas y ya pudimos ver cómo había quedado.

Comprobamos que el color lila apenas se distinguía del blanco, con lo cual decidimos darle una capa de morado más intenso. Repetimos el proceso de pegado de cintas de carrocero, esta vez por el exterior, y aplicamos una pintura con pincel. Finalmente, este fue el resultado:

Para aprovechar el viaje, antes de salir de casa buscamos otros posibles objetos que agradecerían una renovación express, y dimos con un macetero que en sus orígenes había sido blanco, pero con la acción del sol, se había vuelto amarillo. Nos lo llevamos y le devolvimos su color inicial con el spray.

El antes…

…y el después.
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